La concepción de una Internet más inteligente
Interesante artículo de El País de España.
La inteligencia artificial que permitiría a las máquinas pensar en lugar de limitarse a seguir órdenes ha sido esquiva con los investigadores.
A partir de los miles de millones de documentos que constituyen Internet y los vínculos que los entretejen, los informáticos y un creciente grupo de empresas de reciente creación están encontrando nuevas maneras de explotar la inteligencia humana. Su objetivo es añadir un elemento de significado a la Red actual que haría de ella más una guía que un catálogo, e incluso proporcionaría los cimientos para sistemas que puedan razonar a semejanza de los seres humanos. Ese nivel de inteligencia artificial, en el que las máquinas pensarían en lugar de limitarse a seguir órdenes, ha sido esquivo con los investigadores.
Conocida como Web 3.0, la iniciativa está en sus primeros estadios, y la propia idea ha generado escepticismo y ha sido tachada de inalcanzable. Pero las tecnologías subyacentes ganan adeptos con rapidez en grandes empresas como IBM y Google, así como en pequeñas compañías. Sus proyectos a menudo se centran en sencillas y prácticas aplicaciones, desde recomendaciones vacacionales a predicciones sobre el próximo éxito musical.
Pero en el futuro, unos sistemas más potentes podrían actuar como asesores personales en ámbitos tan diversos como la planificación económica, con un sistema inteligente que, por ejemplo, trazaría un plan de jubilación para una pareja, o una asesoría educativa, que ayudaría a un estudiante de secundaria a dar con la universidad adecuada. Los proyectos destinados a crear la Web 3.0 se valen de unos ordenadores cada vez más potentes que pueden realizar búsquedas rápidas y completas en Internet. “Yo lo llamo la Base de Datos Internacional”, comenta Nova Spivack, fundador de una nueva empresa cuya tecnología detecta relaciones entre bits de información rastreando la Red. “Pasaremos de una Red de documentos conectados a una Red de datos conectados”.
En los últimos meses, la Web 2.0, que engloba la capacidad para vincular aplicaciones (como la cartografía) y servicios (como las páginas para colgar fotos) en la Red, se ha convertido en el elemento de moda como sucedió con las puntocom en Sillicon Valley.
Pero hasta ahora no había aflorado el interés comercial por la Web 3.0, o la “Red semántica”, por la idea de añadir significado. El ejemplo clásico de la Web 2.0 eran las páginas “híbridas”: por ejemplo, la conexión de una ciberpágina de alquiler de viviendas con Google Maps para crear un servicio nuevo y más útil que muestra automáticamente la ubicación de cada oferta de alquiler.
En cambio, el Santo Grial de los artífices de la Red semántica es la creación de un sistema que dé una respuesta razonable y completa a una sencilla demanda: “Busco un lugar cálido para pasar las vacaciones y dispongo de 2.300 euros. Ah, y tengo un hijo de 11 años”.
Con el sistema actual, esa demanda puede suponer horas de búsqueda en listas de vuelos, hoteles y coches de alquiler, y las opciones con frecuencia son contradictorias. Con la Web 3.0, la misma búsqueda ofrecería un paquete vacacional completo con una planificación tan meticulosa como si lo hubiera organizado un agente de viajes humano.
Cómo se crearán esos sistemas y cuándo ofrecerán respuestas coherentes es motivo de un acalorado debate entre investigadores, académicos y tecnólogos comerciales. Algunos se centran en crear una gran estructura nueva que sustituya a la Red actual; otros desarrollan pragmáticas herramientas que se valen de la Red actual. Pero todos coinciden en que si aparecen esos sistemas, adquirirán de inmediato un mayor valor comercial que los buscadores actuales, que ofrecen miles o incluso millones de documentos, pero como norma no responden preguntas de forma directa.
Un ejemplo extraordinariamente rentable pone de relieve el potencial que entraña explotar el conocimiento humano: la tecnología básica que hizo posible Google, conocida como Page Rank, aprovecha de manera sistemática el conocimiento humano y las decisiones sobre qué es importante para otros resultados de búsqueda.
Hoy en día, los investigadores van más allá. Por ejemplo, la empresa de Spivack, Radar Networks, es una de las que trabaja para explotar el contenido de páginas de software social, que permiten a los usuarios colaborar para recabar y sumar sus ideas a una amplia gama de contenidos, que van desde los viajes al cine. La tecnología de Radar se apoya en una base de datos de próxima generación que almacena asociaciones, como la relación de una persona con otra (compañero, hermano), en lugar de elementos específicos como texto o números.
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